martes, 30 de diciembre de 2008

Figuras Estelares

Muchos de ustedes saben por donde viajan mis gustos musicales. No obstante, esta cuestión del periodismo me obliga a asomar a bandas que probablemente nunca hubiese escuchado por "Motus Propio" y que sin embargo traen consigo experiencias agradables. Les dejo la nota que escribí para el diario sobre el show que la banda Estelares, dio en la ciudad de La Banda, Santiago del Estero, hace un par de semanas.

Estelares iba a presentarse por primera vez en la provincia. Eso era motivo suficiente para acercarse hasta Iconos Pub para, aunque sea por curiosidad, presenciar y escuchar la propuesta del grupo oriundo de La Plata, quizás una de las apariciones más rimbombantes en la escena del rock contemporáneo, dentro de la cual gozan ahora de una masividad algo mentirosa, que oculta detrás cuatro discos y una infinidad de conciertos.

La noche comenzó con la presentación de los marplatenses Desireé, un grupo de músicos jóvenes que enarbolan la bandera del rock stone como principal argumento. El show de la banda recorrió temas de su autoría y algunas versiones de la agrupación Guasones (que a juzgar por el nombre, el sonido y la estética, son los mentores de la banda) sin embargo, el punto más alto se dio con una muy buena versión hard rock del clásico cuarteto de Rodrigo “El Viaje”.

La gente acompañó el telón con un entusiasmo mesurado, concientes de que el plato fuerte estaba por llegar. Sin embargo, la espera se prolongó un poco más de lo previsto, aumentando la ansiedad de un público que copó el escenario montado en Iconos Pub, un reducto que alberga cada vez más y mejores artistas y que se ha convertido en una alternativa interesante para los músicos locales.

Cerca de las tres de la mañana, Estelares subió a escena, abriendo el show con dos temas de su último disco: “Eléctricos Duendes” y “Las Vías del Tren” (justo de cara al viejo ferrocarril bandeño) canciones sostenidas por riffs potentes, y matizados con letras de un contenido interesante y mucho más elaborado que el de los cortes de difusión del disco. A partir de allí, el cuarteto –transformado en sexteto sobre el escenario- alternó temas de su placa "Sistema Nervioso Central" con viejas canciones. Sin demasiados rodeos, blandieron la canción más pura como principal argumento, generando un show uniforme y lineal pero pleno en intensidad.

A lo largo de la noche siguieron “Ella dijo”, “Un show” "Aire" y “200 monos”. Las canciones se sucedieron sin interrupciones, su cantante y líder, Manuel Moretti, no realiza ostentaciones innecesarias, actitud que tan sólo contribuye a la calidad de un show perfectamente configurado.

Hacia el final del recital, la banda realizó un pequeño intervalo, tras el cual regresaron para interpretar las mejores canciones de su último disco. Así, sonaron “El Corazón Sobre Todo”, una hermosa canción que rememora los avatares de un amor pretérito, “Luxemburgués” y “Campanas”, para un cierre a pura energía con el archiconocido “Un Día Perfecto”.

El sonido de Estelares en vivo evidentemente se ha ido perfeccionando a lo largo de los años. Y es que la agrupación suena a esta altura como un engranaje muy bien aceitado. Las guitarras se complementan a la perfección con un bajo sólido y una batería violenta pero terriblemente precisa, que le dan a la banda un sonido con reminiscencias al rock de bandas como Talking Heads , pero edulcorado.

Los años en las rutas parecen haberle permitido a Estelares generar una tónica propia e identificable. Su cantante y líder tiene en claro que la intención primaria de la banda es escribir canciones con una impronta reconocible, sin demasiadas pretensiones más allá de reflejar emociones a través de una lírica destacable, sencilla pero no por eso menos efectiva y estéticamente loable. Un párrafo aparte merece la producción de un evento que promete ser el primer de muchos por venir en la provincia, y que hacen esbozar a una sonrisa a los muchos santiagueños que gozan de la buena música en vivo.

lunes, 15 de diciembre de 2008

La Torre de Babel

“The Argentine” es la primera parte del largometraje que el director Steven Soderbergh filmó sobre la Revolución Cubana, etapa histórica que centró argumentativamente en la figura de Ernesto “Che” Guevara.

La cinta recorre el primer tramo de la lucha de la guerrilla compuesta por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, contra la dictadura de Fulgencio Batista, deteniéndose justo antes del ingreso del grupo insurgente en La Habana. La segunda parte -terminada y a estrenarse- se llamará justamente “Guerrilla” y relatará los acontecimientos vividos en la capital cubana los primeros días de 1959, y los posteriores años en la vida del líder revolucionario argentino, hasta su muerte en Bolivia.

Quienes hacen posible el largometraje conforman un verdadero crisol de razas. El director norteamericano, eligió al puertorriqueño Benicio del Toro para encarnar al médico y político argentino, que comparte cartel con el mexicano Demián Bichir como un joven y locuaz Fidel Castro. Además, hay un desfile interminable de diplomáticos, políticos y periodistas de todo el mundo, que le dan un tono particularmente global a la filmación, no por su mera diversidad de nacionalidades, sino por la exposición constante de ideas antagónicas, o no.

La Torre de Babel, aquel reconocido pasaje bíblico en el que los hombres intentan alcanzar el cielo provocando la ira de un Dios que modifica sus lenguajes haciendo que reine la confusión, bien podría enmarcarse en este vodevil cosmopolita. Y es que los acentos dispares, llaman al barullo y se tornan bastante fastidiosos. Fidel por momentos, suena mucho más argentino que un Che de un marcado acento centroamericano, que sazona su diálogo con expresiones del lunfardo vernáculo que suenan irremediablemente forzadas. No obstante, el voto de confianza en torno a la interpretación de Del Toro, tiene fundamentos en la vida nómade de un Guevara que no se caracterizó por quedarse mucho tiempo en el mismo lugar, y por una solvencia actoral ya demostrada en otros trabajos.

Sin embargo, y a pesar del revoltijo léxico, la deuda principal de la película pareciera la carencia de una mirada introspectiva en torno a la figura histórica del Che. Si bien se refleja con bastante éxito los pasajes de la revolución, dejando entrever de a ratos destellos de la idiosincrasia y el temperamento de Guevara, asomar a su verdadera naturaleza pareciera ser una cuenta pendiente para el guión. Los muy bien logrados segmentos en los que el argentino representa a Cuba en las Naciones Unidas, son quizás los picos más altos de la cinta, trazando éstos un panorama más que interesante de una época particularmente convulsa desde lo político, donde además se evidencian los numerosos movimientos antirrevolucionarios, enarbolados por países latinoamericanos guiados por el titiritero maestro ubicado en el extremo norte del continente.

Por otra parte, las loables intenciones del guionista de no enaltecer hasta la divinidad al Che, surten efecto. El espectador en ningún momento se solidariza con la causa cubana, más allá de su orientación política, y la película no busca alinearse con la revolución o instalar sobre lo hombros de Guevara una investidura mesiánica. Obviamente, algunos pasajes pretenden abiertamente destacar ciertas aptitudes del protagonista central, un cliché del que Hollywood rara vez logra desprenderse.

La película cuenta con una ambientación maravillosa y destacable. El vestuario destaca por su fidelidad y la caracterización de los revolucionarios es definitivamente destacable. Estéticamente es una producción más que correcta, aunque evidentemente no sea este el fin último de los realizadores.

Resta esperar la segunda parte, que complete la saga y de consistencia a una empresa arriesgada de un director que ya ha demostrado con anterioridad su pericia para llevar adelante grandes guiones, pero que por primera vez se topa con una historia real, con un bagaje político y social que continúa siendo tema de debate a pesar del paso de los años, y que refleja el comienzo de una dicotomía ideológica que rige el mundo moderno.

martes, 9 de diciembre de 2008

Los Cadillacs: igual que antes, mejor que nunca (*)

La clásica sesión de vientos fue la encargada de encender el fuego sagrado. Con los acordes de “Manuel Santillán, el león”, Los Fabulosos Cadillacs salían al escenario montado en el estadio Chateau Carreras, apenas media hora después de lo previsto, sin demasiadas ostentaciones, con paso cansino y mesurado, alejados del mentado estilo Rockstar.

De frente a un público frenético contemplaron el cielo durante un instante, con los brazos cruzados en sus espaldas, en una escena que reprodujo simbólicamente una suerte de homenaje para un protagonista ausente en este reencuentro: el fallecido percusionista Gerardo “Toto” Rotblat.

Allí estaban, Vicentico, Sr. Flavio, Sergio Rotman, Daniel Lozano, Mario Siperman y Fernando Ricciardi. La formación de los Cadillacs versión 2009, viejos rostros, el mismo sonido. Tras el demoledor comienzo propuesto por un tema controversial y comprometido, continuaron con un clásico versionado a base de decibeles: “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, canción que prolongó la fiesta, que duraría más de dos horas.

La natural parsimonia de Vicentico era compensada por la avasallante energía de Flavio y Rotman, impredecibles y carismáticos, quienes no bajaron el ritmo ni un minuto. La electricidad del comienzo dio paso a una banda más relajada, que se dedicó a repasar canciones con una impronta reagge reconocible. Así, sonaron “Estoy Harto de Verte con Otros” y “Basta de Llamarme Así”.

La intensidad dijo presente nuevamente con otro clásico de la agrupación “El Genio del Dub” y con la presentación del primer invitado de la noche, Pablo Lescano, líder de la banda de cumbia villera Damas Gratis, y productor de la versión de “Padre Nuestro” incluida en el último disco de los Cadillacs “La Luz del Ritmo”.

Quizás el momento más sensible en la noche cordobesa se dio luego del tema “Los Condenaditos” –del disco “La Marcha del Golazo Solitario”-, cuando las dos pantallas apostadas en ambos márgenes del escenario reprodujeron imágenes de Toto Rotblat, mientras dos tumbadoras sonaban sincopadas. Vicentico ganó el escenario con una suerte de diamante gigante en sus manos, dentro del cual brillaba una luz multicolor. Tras besarlo, elevo su vista al cielo y se retiró, para regresar con todos los músicos e interpretar la siempre festiva “Carnaval toda la Vida”.

A partir de allí la sucesión de grandes éxitos fue una constante. Sonaron impecables versiones de “El Satánico Dr. Cadillac”, “Demasiada Presión”, “Gitana” y la flamante “La Luz del Ritmo”, pero sin lugar a dudas fueron las composiciones de Sr. Flavio las más celebradas, y las que confirmaron nuevamente el compromiso político de la agrupación.

“Mal Bicho” hizo vibrar el Estadio Olímpico de Córdoba, tema corrosivo en grado supino, que el bajista se encargó de acentuar apuntando al público con su instrumento, simulando un fusil represor. “Yo no voy, a la guerra, a la violencia, a la injusticia y a su codicia”, cantó Vicentico, de rodillas, en la cúspide definitiva del show.

Sergio Rotman confirmó que se ha convertido en uno de los líderes de estos Cadillacs versión 2008. Además de su reconocido carisma, aportó un saxofón impecable y hasta se animó a reclamar los derechos de autor de la bellísima “Siguiendo la Luna”, en la que toco la guitarra eléctrica. Un dato aparte fue su inexplicable energía, el ex Cienfuegos, bailó durante todo el show, arengando e interactuando con el público, opacando por momento al mismo Vicentico.

La banda se despidió súbitamente pero de una manera muy poco convincente. El público no se movió de sus lugares, conciente de que quedaba mucho show por delante y de que clásicos que habían quedado afuera de la lista inicial sonarían. Y así fue: “Vasos Vacíos” hizo regresar al escenario a los músicos, que invitaron a la cantante Mimi Maura –esposa de Sergio Rotman y una de las voces más requeridas de la escena reggae/ska local- quien hizo las veces de la recordada Celia Cruz.

Tras el tema llegó “Matador”, una tormenta de percusiones y trompetas archiconocida pero no por eso menos efectiva, que hizo bailar a un público sin demasiadas pretensiones, pero que a la vez llamó a la reflexión a otros tantos, a través de una letra de una profundidad destacable, oculta bajo una instrumentación avasallante.

La recta final del espectáculo permitió disfrutar de una especie de enroque musical. Flavio se puso al frente de la banda, guitarra en mano, cediendo el bajo a Vicentico y con su pequeño hijo tocando la batería. Juntos, interpretaron un par de temas de The Clash y Ian Dury, para luego, volver cada uno a su puesto y despedirse con un “Yo no me Sentaría en tu mesa” cuyo estribillo fue coreado durante todo el recital por las más de 20 mil almas que llegaron hasta el estadio.

Los Cadillacs dijeron presente nuevamente en la escena grande del rock nacional, tras seis años, pero con una vigencia admirable. Más hermanos que antes, y con un sonido propio que tan sólo dan los años, prometen nuevos discos y giras, en lo que será el complemento del trabajo artístico de una de las bandas más representativas del Rock Nacional.

(*) Por Silvio Pratto - Enviado especial de Diario Panorama

martes, 25 de noviembre de 2008

Televisión maleva

Cuando se habla de los límites de la televisión generalmente se invocan ejemplos que llaman a la indignación como un arcoreflejo. La falta de contenidos y esa tendencia cíclica a redundar sobre el sexo como tema único y preponderante, suelen ser los reproches abonados de un público quejoso, pero consumista.

Por eso pareciera que tan sólo situaciones que rocen lo macabro son capaces de movilizar la opinión pública, y despertar ese atisbo de sensibilidad dormida de una audiencia acostumbrada a deglutir obediente todo lo que la televisión sirve en una mesa cada vez más desprovista de verdaderas proteínas.

El claro ejemplo de esto fue lo que sucedió el viernes, abriendo una polémica que se extendió a lo largo de todo el fin de semana, y que llevó a tomar cartas en el asunto a los organismos encargados de regular las transmisiones de los canales argentinos. Y es que el pensamiento centrado en los puntos de rating enceguece cualquier indicio de racionalidad, en resumen, mientras sirva para sumar, me importa un ápice sangre, tripas, o nervios alterados tras la pantalla.

Así, el Malevo Ferreyra, acorralado por una Justicia que no consideraba tal, se disparaba en la cabeza, en vivo y en directo, llevando el Reality Show a otro nivel, uno bastante difícil de igualar, es decir, equiparar esa hazaña audiovisual costaría una vida… literalmente. La gente de Crónica, fiel a sus principios, supo que tenía entre manos una pieza de colección, por eso la repetición incesante y la gigantesca marca de agua con el logo del canal, que obligó a los restantes canales, a reconocer con resignación el triunfo de su competidor. Si hasta la sorprendida periodista, recordó en medio de su crisis de nervios, mencionar con la voz quebrada que se trataba de una “exclusiva” del “único medio presente en el lugar”. Vicios de la profesión, que le dicen, ¿o mejor dicho adiestramiento?

Las reglas del juego parecen ser esas para la televisión argentina. El público come tierra y escombros, porque su majestad el rating manda y no entiende de límites. Desde la cola redonda y brillante de la modelo de turno, hasta la sangre adornando el pavimento. Desde la exposición consentida de lo privado hasta un festín escatológico. Todo vale. Todo Suma. La audiencia narcotizada no tiene capacidad de análisis, y cualquier evento signado por el impacto es bienvenido.

No existe una frontera para la televisión. Cualquier límite es rápidamente castigado con el catálogo de censura, antes de dar pie a la racionalidad mínima e indispensable que permita dilucidar cuáles recursos periodísticos podrían jerarquizar la profesión. Evitar las mieles que promete sumar ojos del otro lado de la pantalla, quizás sea el camino más arduo, pero el correcto si el deseo es sanar las heridas de un periodismo cada día más bastardeado.

Y sin quererlo, así se despidió el Malevo, como la estrella de la semana para la pantalla chica. Pistola en mano, sombrero de cowboy vernáculo y fiel a ultranza con una conducta que practicó en vida y que se llevó a la tumba. Ni siquiera la muerte consiguió arrebatarle el arma con que puso punto final a todo el asunto, y a la que se aferró hasta su último estertor.

jueves, 30 de octubre de 2008

Cámara testigo

Tras la buena repercusión de “El Orfanato”, España lanzó al mercado su segunda superproducción de terror del 2008. Apuesta doble, la de invertir tiempo y dinero en un género que en críticas anteriores ya califiqué como bastardeado, y que por lo general no admite términos medios, pudiendo transformarse sin demasiados rodeos en un fracaso rotundo.

Sin embargo, en este caso la jugada resulta exitosa. El binomio Jaume Balagueró y Paco Plaza, estampa en el largometraje una impronta interesante, dando forma a una película entretenida que en ningún momento cae en la tentación de utilizar el Gore más tajante como recurso único, sino que se encuentra repleta de momentos plenos en intensidad y que hasta se permite ciertas licencias que rompen el insoportable molde. La utilización de la cámara en primera persona y la intención de darle a la cinta un tono de falso documental son las dos características estéticas salientes , y las que a fin de cuentas imprimen identidad a la película cuya progresión narrativa posee un orden que tan sólo le suma porotos a un guión correctamente escrito e interpretado.

Un grupo de vecinos se encuentran a mitad de la noche encerrados en su propio edificio y descubren que afuera, el mismo ha sido vallado y sellado por autoridades sanitarias. Pero no sólo ellos se hunden en el pánico al descubrir que fueron encerrados en la vivienda, minutos antes una periodista junto a su camarógrafo ingresaron en el lugar para registrar el trabajo de los bomberos, sin pensar se encontrarían con una historia mucho más interesante e intrincada.

La periodista en cuestión es Manuela Velasco, quien resuelve con solvencia el papel protagónico. La actriz genera un personaje carismático al que no puede reprochársele yerros interpretativos. Los silencios le permiten a la protagonista sacar a relucir sus mejores cualidades expresivas, actuando con sus gestos, y particularmente con sus ojos, sin que estos pasajes del guión le impidan ser la reina del grito de turno, como corresponde.

El resto de los personajes responden a estereotipos que por tales, no dejan de ser atractivos e increíblemente representativos. Desde los bomberos, estoicos por antonomasia, hasta el policía que declama a los cuatro vientos “ser la autoridad” intentando contener un caos que no comprende, pero que procura controlar apuntando su arma contra cualquiera que le lleve la contraria.

Pero lo mejor de todo es que en ningún momento uno sufre la decepcionante sensación de estar viendo una película que ya vio muchas veces antes. Si bien ese tono documentalista recuerda por momentos al “Proyecto Blairwitch” y la estética de los pasajes más horrorosos huelen a un George Romero suavizado, no se puede restarle a la cinta méritos propios.

A fin de cuentas, una película de terror correcta que viene a cubrir los huecos que los previsibles y aburridos largometrajes estadounidenses del 2008 dejaron en el género. Los sustos parecen llegar en los últimos tiempos desde otros continentes, con España como novedosa productora y Japón como musa inspiradora de sosas remakes yankees, cuyas versiones tan sólo invitan a asomar a producciones que excedan los límites carcelarios de Hollywood.

martes, 21 de octubre de 2008

De terror...

Convengamos desde el primer párrafo que el terror es un género bastardeado. No tuvo una época de gloria o algo que se le asemeje, sino que ha sobrevivido a lo largo del tiempo gracias a la aparición esporádica de pequeñas grandes obras maestras gestadas por guionistas y principalmente directores de un talento destacable. Por eso considero que no existe (como muchos sostienen) una época de gloria para el cine de terror. Simplemente creo que el género ha transitado un camino irregular, desde el que surgieron grandes películas e importantes bodrios.

“Los Extraños” fue lanzada al mercado con la pretensión de transformarse en la mejor película de terror del 2008. No obstante, reunía a priori todas las condiciones para ser un soberano desperdicio de tiempo. Fuera de cualquier estilo reconocible, solamente basaba sus promesas en tres personajes no demasiados novedosos, que cuchillo en mano, harían la vida imposible a una joven pareja que llegó a un caserón ubicado en las afueras de la ciudad (donde se escucha el aullar de los lobos y la noche atrae indescriptibles horrores) para pasar allí la noche, luego de que ella, rechazara la romántica propuesta de matrimonio de él.

Así, de cliché en cliché, avanza la película, que con el correr de los minutos se diluye tristemente en la nada. La cinta está repleta de lugares comunes, lo que hace a la trama lineal y absolutamente previsible. El suspenso es anticipado constantemente y el espectador sólo puede atinar a sobresaltarse, como cuando un amigo gracioso nos espera detrás de la puerta para gritarnos por la espalda. Ese recurso frecuente, sumado a una trama lineal y aburrida, llama al bostezo apenas media hora después de los créditos de inicio. El guión resulta tan básico que no permite ninguna segunda lectura, y a quien esto le parezca pretencioso para una cinta de terror, debería repasar películas como Pyscho, Scanners, The Hills Have Eyes o Rosemarys Baby (por no citar clásicos como el Frankenstein de Boris Karloff, y sus maravillosas e interminables metáforas)

Los personajes carecen de cualquier carisma y los enmascarados asesinos son absolutamente indolentes. Su irrupción en la línea argumental no tiene ninguna explicación y al no ser su origen sobrenatural, sólo resta inferir se trata de un grupo de psicópatas muy bien organizados. Su ataque tiene como único motivo flagelar a la pareja porque “estaban en la casa”. Los confusos fundamentos entonces, llaman al espectador a realizar una doble lectura y auto preguntarse qué es lo que pretende el guionista. ¿Acaso castigar a la protagonista por su libertina y amoral decisión de rechazar una propuesta formal de matrimonio?

Las actuaciones son al menos correctas y el rodaje cuenta con cierta virtud simplista. Liv Tyler por momentos parece asustada de verdad y aporta su cuota de belleza habitual, basada en ojos claros y labios gruesos. El actor Scott Speedman no parece haber realizado su papel más iluminado, mientras que los actores enmascarados… bueno, son más bien postes articulados.

En resumen, un largometraje olvidable llamado a engrosar la interminable lista de malas películas de terror y que ni siquiera tiene el mérito de entretener a una audiencia ávida de sangre y sustos.

jueves, 9 de octubre de 2008

Caza de brujas, Inquisición y Santo Oficio en Santiago del Estero

El misterio religioso

“Arderían las piras en la ciudad de Santiago como un símbolo de la purificación de las costumbres, pero el gobernador sería considerado como uno de los más crueles representantes de aquellas épocas bárbaras, de tormentos, de Inquisición y Santo Oficio”.

Orestes Di Lullo, del libro Santiago de Estero: Noble y leal ciudad


¿Cuáles son los misterios ocultos detrás de años de historia santiagueña? Esta tierra antiquísima, también fue el escenario de etapas cosmopolitas cuyos momentos claves se recuerdan a kilómetros de distancia, difusos, casi ajenos. La conformación de este suelo caminó al unísono con momentos históricos cuyo conocimiento es general, tangencial, pero que ocultan circunstancias acaecidas en puntos de la ciudad que transitamos a diario, y que son testigos silenciosos de centurias enteras.

El siguiente artículo pretende pararse en una etapa histórica comprendida por los siglos XV al XVII. Dejemos libre la quimera, y permitámonos creer que unas meras líneas bastarán para viajar en ese marco de tiempo, omitiendo los detalles claro, pero procurando generar imágenes de un Santiago pretérito, añejo y particularmente cruel y despiadado.

La Congregación para la Doctrina de la Fe (o Santo Oficio, o meramente Inquisición) fue un sistema impulsado e implementado por la Iglesia Católica durante el medioevo. La intención primaria –y con esta aseveración no se pretende destacar minuciosamente su accionar- era erradicar de las sociedades cualquier corriente de pensamiento que difiriese de la inherente a la grey católica. Así, protestantes, cristianos nuevos o conversos, científicos, pensadores y más adelante cualquier persona que evidenciara ideas demasiado progresistas (principalmente si se trataba de nociones importadas de Inglaterra, donde tenían un tinte netamente liberal) eran rápidamente juzgados por un tribunal que actuaba célere y qué avalaba métodos como la tortura para indagar o castigar a sus acusados.

Claro está, el catolicismo era tan sólo una de las instituciones que impulsaban y legitimaban el método inquisidor. Detrás de él, el poder político hegemónico trabajaba de manera articulada con la iglesia generando una maquinaria de control político, social y económico, tan temida como despiadada. En el caso de Argentina, y particularmente de Santiago del Estero, el Santo Oficio operaba en conjunto con la colonización de la monarquía española. No obstante, la Inquisición enjuiciaba sólo a blancos, españoles o europeos, por lo que los indios nativos eran juzgados por tribunales ordinarios, que sin embargo utilizaban los métodos impulsados por esta doctrina.

En Santiago del Estero no existía un tribunal de la Santa Inquisición. Las centrales del Santo Oficio estaban apostadas en Cartagena de Indias, Lima y México. Conformadas por sacerdotes, colonizadores y “familiares del Santo Oficio”. Todos ellos gozaban de una serie de privilegios que hacían tentador ingresar en una organización casi sectaria, poderosa y temida.

Historias de Inquisición en Santiago

"E pur si muove"

Galileo Galilei


El suelo provincial fue testigo del accionar del brazo inclemente de la Inquisición. Los archivos históricos de la provincia revelan historias de escarnio público, de torturas y tormentos, de persecución y muerte. Quizás el más representativo de ellos es el de la india Lorenza, musa que impulsó la investigación de la historiadora Judith Farberman (que encontró numerosos procesos por hechicería iniciados en la provincia). Lorenza fue acusada junto a otra india conocida simplemente como Pancha, de ser la culpable por la enfermedad desconocida que aquejaba a la criada del alcalde.

Cómo este caso, existen otros. Innumerables procesos seguidos contra frailes y sacerdotes, pero principalmente contra indios y librepensadores. La hechicería, el encantamiento y cualquier práctica ajena a una cultura instaurada, era rápidamente castigada por una doctrina cuyos engranajes estaban aceitados a la perfección, prestos para acallar voces irreverentes.

El investigador local Luís Garay menciona otros casos relevantes. Entre ellos, destacan el del conquistador español Juan Ramírez de Velasco, quien quemó cerca de 40 mujeres acusadas de brujería al llegar a Santiago del Estero como gobernador. Otro hecho tiene lugar a principios del siglo XVII, cuando el inquisidor Francisco de Luna y Cárdenas, acusa a una criada india de envenenarlo. “Tenía el estomago lleno de fístulas… nosotros creemos que podría haber sido un envenenamiento provocado por la jana de la tuna”, explica Garay. El español, utilizaba un método de tortura que ni la cruel de las mentes podría imaginar. Ponía los dedos pulgares de la mujer en los percutores de las escopetas –el espacio donde se colocaba la pólvora- para luego dejar caer el mecanismo sobre ellos.

Había otro tipo de torturas más usuales, como el potro, el garrote y los ladrillos fríos y calientes. El escritor Raúl Lima, recuerda el caso de dos indias que por una enfermedad de su patrón son acusadas de brujería. “Terminan confesando, pero sólo para que dejen de martirizarlas. La tortura era un método legal e inhumano de indagar”, explica. El escenario de este espectáculo atroz, habría sido la plaza Libertad, un punto neurálgico de la capital provincial.

Incluso Francisco de Aguirre tuvo que vérselas con las autoridades inquisidoras. El fundador de la provincia fue detenido tres veces por el Santo Oficio, principalmente por el rechazo natural que sentía por el clero. “Es más útil un herrero que un sacerdote”, supo sentenciar, dicho que lo llevó a un juicio, en el que él tuvo que abjurar, para salvar la vida, como un Galileo Galilei vernáculo.

El modus operandis de la Inquisición incluía el secuestro, encierro y la confiscación de los bienes de las personas acusadas. Los mismos, eran encerrados en cárceles secretas, ubicadas generalmente en los sótanos de los conventos (no existe la constancia de la existencia de estos en Santiago). Los acusados podían sufrir dos tipos de condenas una leve y otra grave. La primera implicaba simplemente desdecirse, acto que permitía salvar la vida tras de un proceso que podía durar muchos años, y en los que uno era debía hacerse cargo de los daños que podría sufrir su cuerpo. Cualquier lesión, era responsabilidad del acusado, “por no decir la verdad al ser interrogado”.

La condena siempre se consumaba, si el acusado había muerto durante el proceso, se quemaba una estatua, y se dejaba en las iglesias un San Benito, a modo de prueba. El San Benito era una túnica con la que se vestía a los condenados. Por lo general, se encontraba hecha de un color fuerte y estampada con símbolos relacionados a la brujería y la hechicería.

Lo que fue, lo que es, lo que será

Cuáles son las consecuencias de que instituciones como el Santo Oficio o la propia colonización española hayan ocupado un lugar preponderante en la cultura de nuestra provincia -y, como es obvio, de Argentina- durante siglos.

Las huellas trazadas en los aspectos sociales de nuestro país e incluso de Sudamericana, son inmunes al olvido que propone el paso del tiempo. Y es que los procesos de la Inquisición, parecieran haber marcado el rumbo, trazando un camino que la historia de nuestro país volvería a recorrer.

Es simple entonces establecer un paralelismo entre las formas de enjuiciar, encarcelar y matar. El control descontrolado, la condena al pensamiento libre, la captura ilegal y el abuso del poder. Puntos comunes que bien podrían disparar una señal de alarma.

Y es que las similitudes, aterradoras, parecieran repetirse cíclicamente en un país donde la memoria se proclama pero rara vez se usa.

La historia manchada de sangre, sangre que tal vez haya sido limpiada del suelo en el que ahora mismo estamos parados.

"Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír".

George Orwell, 1984

miércoles, 1 de octubre de 2008

Violencia light, asesinatos glamour

Tengo cierta debilidad por ver en la pantalla grande adaptaciones de historias nacidas en las páginas de una comic. Sin embargo, fui al cine a ver esta película frunciendo el ceño. Había leído la muy buena historieta de Mark Millar en el que se basó el guión, por lo que al ver los adelantos de la película ya preveía iba a tratarse de una adaptación libre y para nada estricta.

El primer pecado hollywoodense era obviamente la inclusión de Angelina Jolie en el papel femenino principal, teniendo en cuenta que el personaje de la historieta es una voluptuosa y despiadada fémina afroamericana, pero este, no sería sino un pequeño gran detalle, ya que mi principal temor radicaba en como iban a manejar los timoneles del largometraje la desmesurada, cruda y visceral violencia que surca la historieta.

Y claro, atentar contra la sensibilidad de un público demasiado susceptible no es una maniobra comercial muy recomendada, por lo que el resultado es una versión extremadamente diluida del comic original, en el que los pasajes más interesantes de la historia son extirpadas estratégicamente. Y es una verdadera lástima, porque la historieta es realmente genial, y muy original. Mark Millar es un guionista británico joven que ya ha demostrado con creces que puede jugar en primera, al dar vida a títulos de mucha calidad como “Superman: Red Son”, “The Authority” y la que es para mí, su obra maestra: “The Ultimates”. Sin embargo, “Wanted”, pareciera ser su hijo pródigo, la historia de un mundo donde todos los héroes fueron brutalmente asesinados por villanos organizados en un gremio cuyo poder asusta.

El espectador que no haya leído la historieta (porque, en honor a la verdad, mi visión estuvo siempre condicionada por la comparación) se encontrará con una película con violencia y acción a raudales, dos recursos no siempre bien utilizados y que en todo momento nos recuerdan a filmaciones pretéritas. Esa estética “matrix” instaurada desde la aparición de la taquillera trilogía, vuelve a decir presente, y particularmente, ya me tiene un poco cansado.

En cuanto al reparto, Angelina pareciera ser un apéndice de la asesina a sueldo de “Sr. Y Sra. Smith”, siempre se las arregla para disparar contra sus enemigos como si estuviese posando para el último número de Vanity Fair. Es adorable, de eso no hay dudas, pero creo que su elección para el papel fue otro cliché de los tantos a los que nos tiene acostumbrados Hollywood. El escocés James McAvoy es el protagonista principal y cumple sin demasiadas luces, lejos de ese actor que asombró a más de uno en “El Último Rey de Escocia”. El siempre cumplidor Morgan Freeman es en la película poco más que una figurita decorativa que no goza ni por asomo del carisma que Millar le otorga en la historieta.

El director ruso Timur Bekmambetov naufraga en su primera incursión por las aguas de Hollywood. Su auspicioso pasado no se deja ver en una película olvidable, donde la idea central de Millar se desdibuja con el correr 110 minutos eternos.

martes, 23 de septiembre de 2008

La grasa y la gracia

No sólo la primavera comienza el 21 de septiembre. En esta fecha también nos planteamos un tácito interrogante. ¿Ser o no ser?. Es cierto que tal vez sea un cuestionamiento sin tanta fuerza aún pero es directamente proporcional con el calor, eso seguro. Comienza la era en la que los helados y las tortas cobran autonomía, y parecen poseer imanes que atraen a descuidados transeúntes directo a los mostradores. Y de ahí sin escalas a ávidos estómagos, claro.

El rollo insurrecto lucha con ferocidad animal para escapar de esa presión carcelaria que le impone un cinturón cada vez más corto, y espía temeroso una televisión que publicita con total impunidad recursos que atentan contra su existencia. Y así se suceden como en un bizarro desfile estrafalarios aparatos de gimnasia y brebajes paracelsianos. Aun estamos a tiempo, pero el sol aparecerá al fin y cuando lo haga hemos de estar preparados. Si pudiésemos detener la traslación terráquea lo haríamos. Cualquier cosa para escondernos fofos.

El gordicidio parece inminente y la única manera de escapar está al alcance de nuestro control remoto. Corra las migas y repase las instrucciones. Los femíneos cuerpos torneados se revelan al mundo, provocando profusos sentimientos lascivos en una parcialidad masculina que limpia la saliva con una mano mientras inspecciona lo que el invierno hizo de su abdomen con la otra. El verano invita a sus playas, a gozar de la vida diet y del dedo acusador de las espigadas señoritas que, alarmadas de nuestras carnes correrán a reírse al resguardo de sus sombrillas, porque claro, en este país nadie discrimina a los gordos, por lo menos no evidentemente.

La travesía obesa de cada día, una estructura social pensada para gente light dispara inclemente exhortaciones de liposucción, mientras traga anfetaminas recetadas. El sebo canta su réquiem y para celebrar le entra sin piedad a los hidratos de carbono... la naturaleza es más fuerte. Y así los gordos caminan sobre emplazamientos pensados para flacos y enumeran con dedos rollizos las posibilidades de acción en la urbe. El envase se niega a cambiar y con él somos siameses, entonces allá vamos, atados a una sensibilidad que no tiene peso pero que reconoce figuras voluptuosas. ¿Servirán las grasas de escudo cuando recibamos una vez más el despiadado embate de la dama a la que cordialmente invitamos a bailar? Al fin y al cabo, es paradójico que ella se ría de mis lardos mientras ostenta orgullosa su prominente par de siliconas, hija del botox o del cirujano de turno, pero socialmente correcta. La incongruencia pringosa que le dicen.

Y al enésimo rechazo el pudor ya se presenta. Saluda cordial y advierte que ha llegado para quedarse. Como un denso pariente lejano al que debemos un favor que esperábamos no pagar. Con él pasaremos el resto de nuestra vida obesa, hostigados por los mismos que afirman sin temor a la cursilería que lo importante es lo de adentro, mientras preparan el yogurt descremado “¡Porque después del gimnasio me da un hambre!”

Y así la vida del gordo continúa postres adelante, ayuna de toda certeza... por no hablar del desayuno.

martes, 16 de septiembre de 2008

Dos años sin Jorge Julio López

Por Silvio Pratto
Para Diario Panorama

El próximo 18 de septiembre se cumplirán dos años de la desaparición de Jorge Julio López, un testigo clave en la causa por delitos de lesa humanidad contra el represor Miguel Etchecolatz. La abogada querellante Guadalupe Godoy, informó a Diario Panorama que durante esa jornada se realizarán movilizaciones en distintos puntos del país y expresó conceptos en torno a un caso que continúa impune.

La Dra. Guadalupe Godoy fue una de las profesionales que alegó para que se dictamine que los crímenes de lesa humanidad cometidos por Etchecolatz, tuvieron lugar en el marco de un genocidio. Asimismo, la profesional respaldó a Jorge Julio López para que atestigüe en contra del represor.

A dos años de la misteriosa desaparición de quien fuera una pieza clave en el proceso judicial, la abogada arrojó conceptos sobre un hecho que conmocionó a la opinión publica, por tratarse de la desaparición de una persona en democracia, con el agravante de que la misma era un testigo insustituible en la causa por delitos de lesa humanidad que se realizaba en contra del ex Director General de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

Godoy manifestó que el deseo de la familia del desaparecido, así como de la querella continúa siendo “la investigación de sectores que tienen que ver con fuerzas de seguridad y militares que puedan estar involucrados en el secuestro y desaparición de López. Sin embargo nos hemos encontrado con una oposición cerrada por parte del Poder Judicial a investigar en estas líneas. Durante un año y medio la investigación la dirigió la policía bonaerense, que no siguió esos lineamientos, guiándose por llamados anónimos o cualquier hecho que pudiera desviar la atención para encontrar a los responsables del secuestro”.

La conexión Etchecolatz

Jorge Julio López ya había sido detenido ilegalmente por el gobierno de facto. Desde 1976 hasta 1979, estuvo secuestrado sin que se le realice un juicio previo, en un centro de detención clandestino de la provincia de Buenos Aires. En ese entonces Miguel Etchecolatz era Director de Investigaciones y encargado de uno de esos centros.

El testimonio de López involucraba al menos a 62 militares y policías, y permitió que Etchecolatz fuera condenado a cadena perpetua por los crímenes cometidos. Sin embargo, tras la condena del represor, el ex militante peronista desapareció en la ciudad de La Plata, el 18 de septiembre de 2006.

Para Godoy, “la relación con Miguel Etchecolatz está dada por el día y el momento de su desaparición. Nadie cree en las casualidades. Todo lo que tiene que ver con su ausencia se analiza en torno con los delitos por lesa humanidad. Como se avanza después de eso es muy difícil, pero se pudo comprobar que en Marcos Paz tenían privilegios que se mantenían aun sabiendo lo que había pasado con López”, detalló la abogada.

Durante su relató la profesional aseguró que el servicio penitenciario permitía que los reclusos tuvieran líneas telefónicas de comunicación con el exterior, que no estaban declaradas como tales frente al juzgado. Asimismo, el control que debía haber sobre los llamados era nulo. “Cuando se hicieron los allanamientos se descubrió que había dos líneas que no están registradas como propias del servicio penitenciario, además de acceso a Internet, celulares, notebooks y demás. Todo esto no sería de temer si fuesen los derechos que tiene cualquier preso común, pero como no funciona de esta manera quiere decir que quienes custodian a los allí alojados mantienen con ellos un vínculo que les permite acceder a este tipo de beneficios. Se comprobó además que las visitas no tenían ningún tipo de registro, ni siquiera los números de documentos. Lo grave que tiene esto es que viene de la mano con gente que esta detenida aguardando juicios por delitos de lesa humanidad y que a la vez figura legalmente como propietarios de empresa de seguridad privada de la provincia de seguridad privada, permitiendo que represores tengan poder sobre personas armadas no ha tenido solución hasta el día de la fecha”.

Arslanian y el papel del Gobierno

Al producirse la desaparición de Jorge Julio López, el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, era León Arslanian. La relación del funcionario con quienes buscaban la resolución del caso fue siempre confusa y turbulenta, llegándose a producir declaraciones cruzadas a través de los medios de comunicación. Godoy manifestó también que algunas maniobras del ministerio de Justicia de la Nación fueron erróneas –principalmente las relacionadas con el escándalo provocado tras el allanamiento el penal de Marcos Paz.

“Escuchar las opiniones de Arslanian fueron ofensivas. Especuló sobre donde estaría López en este momento, como si fuese un observador externo y sin hacer una autocrítica sobre cual fue el rol que el cumplió en el primer año de investigación. Cuando se retiró de la función pública dijo que en pocos días iban a haber novedades buenas y que él era optimista. Esa fue su manera de deslindarse de las responsabilidades en la causa. Plantear lo que planteó ahora genera la impresión de ser clausurante, de dar la idea de que es un caso cerrado e impune. Cuando se le planteó la necesidad de que la policía de Buenos Aires no era la fuerza indicada para llevar a cabo la investigación, respondió que no se debía confrontar porque sino estaba en juego la gobernabilidad de esa fuerza. Obviamente en el análisis político de muchos, esa idea pesó mucho más y creemos que a partir de allí surge la impunidad que llevamos en estos dos años”, sentenció la profesional.

Finalmente, Godoy aseguró que las exigencias que realizan quienes buscan el esclarecimiento del caso “no tienen un final hasta bien no haya una certeza de lo que pasó con López y quienes son los responsables de su secuestro y desaparición. Las medidas que se pidieron en la causa (sobre grupos que pueden haber querido impedir la continuidad de los juicios) todavía no se han dado. Las respuestas la tendrán que dar el Poder Judicial y un Gobierno que proclama una política de Derechos Humanos pero no ha hecho efectivo ese discurso”

El próximo 18 habra movilizaciones en varios puntos del país. En la ciudad de La Plata –donde se produjo la desaparición- habrá actividades durante toda la jornada, que concluirán en una marcha que será numerosa. Otra movilización se realizará en la Capital Federal desde Congreso hasta Plaza de Mayo. Otras manifestaciones tendrán lugar en Rosario y Mar del Plata, todas con el pedido de justicia como bastión inalterable.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Matemática a marzo

Tengo que confesarlo: soy un eterno mártir de las ciencias exactas. Durante mi estadía en el colegio secundario, he urdido innumerables excusas para escapar de las clases de matemática, física y química, yugos semanales a los que era sometido por profesores impiadosos, que no dejaban escapar una oportunidad de hacerme pasar al pizarrón para humillarme ante una clase que se deleitaba con mi ignorancia aritmética. La tabla del 6 fue el tope de mis capacidades numéricas y la solidaridad de compañeros talentosos en esos avatares (y en los de dictar durante los exámenes) el salvoconducto que me permitió terminar el colegio secundario sin adeudar materias que el tiempo transformó en un karma ineludible.

Y claro, el carácter indispensable de las ciencias exactas en este plano de la existencia, hace que su utilidad misma pueda ser aplicada hasta en el cine. Ejemplos hay miles y guiones por montones, pero el más reciente es el de “Los Crímenes de Oxford”, flamante película del español Alex de la Iglesia, realizada en base a la novela “Crímenes Imperceptibles” del argentino Guillermo Martínez, un matemático devenido en escritor que respiró el añejo aire inglés de esa ciudad, lugar donde consiguió uno de los doctorados que engrosan su currículum.

De la Iglesia sale airoso de una incursión arriesgada por partida doble. Primero, al generar un guión exento de errores flagrantes, donde el más nimio fallo generaría un efecto bola de nieve, extirpando todo el sentido a una cinta donde la lógica se erige como principio fundamental e ineludible. Y segundo al no apoyar todas las esperanzas de largometraje en la historia de nuestro compatriota, sino realizando un trabajo interesante desde lo estético, con planos que buscan salir de lo usual con éxito, aunque no llegan a ser completamente novedosos.

El reparto tiene como protagonistas salientes al multifacético John Hurt y al insoportable Elijah Wood. Ambos conforman una dupla alumno/profesor no demasiado interesante, cuyo carisma cae bajo los irascibles rostros de confusión del joven actor. No quiero ser injusto, pero ¿alguien en este bendito planeta le cree a Elijah Wood? Es decir, alguien que no sea un fanático acérrimo de la trilogía de los anillos. A mí particularmente, su extensa trayectoria no me resulta un fundamento lo suficientemente sólido para sostener su endeble talento actoral. Es un tipo con suerte, eso hay que reconocerlo. Con un rostro de inexpresividad supina que nada debe envidiarle a Nicholas Cage, ha logrado participar en un par de muy buenas películas (Sin City, Back To The Future II) e incluso huir al encasillamiento que podría haberle valido ser Frodo Bolsón en El Señor de los Anillos. Claro, mi paciencia se terminó con esta cinta, Elijah es muchas cosas, pero… ¿un galán?. Hubiese preferido que su talento ficticio se haya limitado a cierta virtud con los números, y no a la segregación masiva de feromonas.

Y si hay un galán -aunque en este caso sea Frodo- debe necesariamente haber féminas (al menos en los largometrajes occidentales). Ese papel es curiosamente, también de un binomio. Leonor Watling y Julie Cox son las actrices de turno, adornando la pantalla no sólo con su belleza indiscutible, sino también con actuaciones convincentes que encajan perfectamente con la tónica de la película.

De la Iglesia logra darle a la cinta un estilo misturado entre el cine negro norteamericano y los lugares comunes de las historias de Sherlock Holmes. Misterio y lógica se equilibran llevando el guión con soltura y manteniendo el interés de un espectador necesariamente activo. Una cinta recomendable, que no es indispensable se vea exclusivamente en el cine y que puede resultar gratificante aún para quienes, como yo, los números son una tortura indescriptible.

lunes, 21 de julio de 2008

La historia sin fin

Me pregunto quienes esperaban más esta segunda versión de Christopher Nolan al frente de Batman. Si los fanáticos enfermos –entre los que suscribo- o un público indiferente a la actividad superheroica en la pantalla grande, con su morbo famélico desde que en enero se descubrió el cuerpo sin vida de Heath Ledger, el as bajo la manga de esta nueva historia.

La pregunta es retórica. Si de especular se trata, podríamos tejer elucubraciones hasta el infinito sin que eso cobre ninguna importancia. En este espacio vamos a pararnos desde el lugar de los fanáticos, de quienes esperaban con esta película, un largometraje que al fin y después de tantos intentos fallidos, esté a la altura del personaje.

Y, como fiel y constante lector de historietas -un género al que siempre se miró con escepticismo- debo admitir que no esperaba, ni en el idealista de mis sueños, toparme con una producción como esta. Sabía que el dinero estaba, esperando inmutable en las bien nutridas arcas hollywoodenses, esperando ser utilizado como un recurso para alimentar el séptimo arte. Sin embargo, después de haberme topado con las versiones porno gay suavizadas realizadas por Joel Schumacher (es difícil que los fanáticos de Batman nos olvidemos de los pezones en los batitrajes, o de situaciones como Bruce Wayne ofreciéndole desesperado una moto a Richard Grayson para que no lo abandone) o de bodrios insoportables como la tercera parte de Spiderman, esa esperanza yacía agonizante bajo un sepulcro pesado e inamovible.

Claro, la expectativa puede ser directamente proporcional a la desilusión. Y vaya que esta película había generado ansiedad. Sin embargo, uno se deja llevar por la cinta y las casi dos horas y media de filmación transcurren con una celeridad inusitada, sin baches en su argumento ni situaciones que hagan fruncir el ceño, conducidas con maestría por el verdadero protagonista de la película: El Joker de Heath Ledger. El viejo y querido personaje es al fin ese que todos queríamos ver, el payaso psicópata, oscuro, temerario, demente y asesino que cobra vida en los comics. El mismo que asesinó a Robin, dejó parapléjica a Batgirl y le vendió el alma al diablo a cambio de una caja de habanos cubanos. Ahí está, en la pantalla grande, esbozando una mueca enferma iluminada por el fulgor de la explosiones, anticipando que será muy difícil encontrarle un reemplazante y echando por tierra esas voces (entre las que sonaban la mía) que defendían a ultranza a Jack Nicholson, como único e indiscutible "Guasón".

Batman perdió cualquier derecho de propiedad sobre la película. El Joker se la arrebató. Fiel a su estilo, con el caos como único fundamento y la locura como principal móvil. Dándole sentido a la existencia del murciélago y a la suya misma. Esa es la historia sin fin. La de Batman, la del Joker, némesis eternos, hermanos siameses separados al nacer, las dos caras de una moneda macabra, pilares de una de las historias más esplendidas erigida por la cultura de masas.

¡Ah! Por cierto, Christian Bale encarnando al murciélago se consolida, y las apariciones de actores como el interminable Gary Oldman, la siempre correcta Maggie Gyllenhaal y el sorpresivo Aaron Eckhart son loables. La película merece ser vista, pues dudo haya un largometraje igual protagonizado por personajes superheroicos en mucho tiempo. Pero eso es ripio, el Joker es el verdadero comodín.

lunes, 7 de julio de 2008

Batman: El Culto (o cómo torturar a un superhéroe)


Siempre pensé que los personajes que leí durante toda mi vida, no se me parecen en lo más mínimo. Batman es uno de ellos. Lejos de una conducta adamantina y de un impulso frenético por hallar el bien a través del bien -cruzada utópica si las hay- mi temple está más ligado a la moral etrusca, de esas que hoy en día abundan.

No obstante déjenme admirar a Batman, si señores, yo admiro a Batman, ni Borges ni Cortázar, ni Mozart ni Stravinsky, ni Dalí o el Caravaggio. Es el señor de la noche quien me deslumbra, y me llena de perplejidad.

Explicarlo, es posible. Pero no voy a hacerlo, que esperanza.

He aquí una imagen de esas que me dejan sin aliento, he vuelto a verla después de un tiempo y realmente me sentí obnubilado con tanta belleza artística.

El artista es Bernie Wrightson, quien dibujó está página doble para el cómic "Batman: The Cult" que escribió Jim Starlin, otro prócer del noveno arte. En ella el murciélago es sometido a torturas que lo conducen a su estado más vulnerable. Con su cerebro lavado, el icono por antonomasia del héroe enmascarado, tan sólo desea huir tan lejos de sus captores como sea posible, para no regresar jamás.

La crítica destrozó la obra, para mí, es sencillamente maravillosa. Cada vez que puedan leer algo de Caballero de la Noche, bueno, yo no dejaría pasar la oportunidad.

lunes, 23 de junio de 2008

¡Rompan todo!

La editorial norteamericana de historietas Marvel Comics, continúa el camino que comenzó con Iron Man con una nueva versión de Hulk. Este sendero (que evidentemente conduce a un largometraje de The Avengers) parece no presentar baches considerables hasta el momento. Lejos de las paupérrimas producciones realizadas en torno a personajes de la editorial, las dos últimas películas son francamente esperanzadoras.

Empecemos por decir que esta nueva versión del gigante esmeralda es muy superior a su opaca predecesora de Ang Lee. Realizado íntegramente por ordenador, el personaje se muestra mucho más feroz, violento, oscuro, irascible, irracional y atractivo que la sosa versión anterior, de un verde manzana que hubiese sido más apropiado para el vestido de Betty Ross, que para un monstruo de dos metros movilizado por la ira.

Edward Norton es elegido en esta oportunidad para encarnar al siempre sufrido Dr. Bruce Banner. La elección, se sabía de antemano acertada. Norton es largamente reconocido por su versatilidad, esa misma que le permite interpretar desde un neo nazi fundamentalista (América X) hasta un joven con severos problemas psicomotrices (The Score). La interpretación del fugitivo científico, es aprobada con creces, y los fundamentos se basan exclusivamente en el talento del actor.

Junto a él, se encuentran un puñado de actores de extensa trayectoria hollywoodense. Liv Tyler interpreta a Betty Ross, con una belleza que opaca preocupantemente a la actriz (algo similar ocurrió con Jennifer Connely en la película anterior) y Tim Roth junto a William Hurt conforman el binomio de villanos de turno, ambos geniales, particularmente Roth quien da forma a un fanático militar ruso curiosamente mezclado en las tropas yankees, cuya obsesión por derrotar a Hulk vence cualquier atisbo de racionalidad posible, transformándolo en La Abominación, clásico personaje que en las historietas de la bestia verde repartió sopapos a diestra y siniestra, y que finalmente llegó al cine en un acto de extrema justicia.

La cinta está plagada de guiños para los fanáticos. Desde la clásica aparición de Stan Lee, pasando por detalles más finos como la negativa de Edward Norton a utilizar el clásico pantalón violeta (el mismo que Hulk utilizó en los cómics de la década del 60) o un pequeño papel interpretado por el mítico Lou Ferrigno, el mismo que pintado completamente de verde, encarnaba al coloso esmeralda en la recordada serie televisiva, a puro músculo y sin complementos digitales.

Y por supuesto, el ingrediente principal de este cóctel es la violencia arrolladora, desmedida, ingente y desproporcionada. La misma con la que esperamos encontrarnos en una película de Hulk, un lugar común, ineludible e indispensable. Los escombros vuelan por los aires destrozando todo alrededor con una fuerza arrolladora durante cada una de las escenas de acción de la película. Hulk rompe todo, destruye, aplasta y se transforma con el correr de los minutos en la versión más decente realizada hasta el momento del personaje.
El resultado final es una equilibrada proporción de entretenimiento –para el público masivo- misturado con un guión respetuoso a la historia del personaje, un bálsamo para el fanático fundamentalista.

“The Incredible Hulk” propone entretenimiento sin límites y es a la vez una golosina para los amantes del cómic y la ciencia ficción. Una pena que las salas locales hayan optado por la versión doblada al castellano, procurando acaparar un público infante. Una prueba más, de que el género fantástico continúa siendo subestimado.

lunes, 2 de junio de 2008

Albert King en el bar

Fragmento de "Páginas Ajenas" novela inconclusa de mi autoría

- Es Posible, puede lograrse... no es antinatural en absoluto – Dijo finalmente.

Me mantuve callado, impasible, con la certeza de que Adrián me lo diría todo. No había necesidad de indagar, él siempre me lo decía todo.

- Hace algunos años, cuando comencé a tomar clases de guitarra, ¿Te acordás? –Asentí con la cabeza. – Pues bien, quien era entonces mi profesor, no era sino un crío, uno de esos jóvenes virtuosos que de un día para otro se convierten en una suerte de enciclopedias musicales. Era un chico muy callado y cuando comenzábamos las clases no hablábamos sino de lo concerniente a la guitarra y mi aprendizaje, supongo que fue esa una de las razones por las que nunca aprendí a ejecutarla, ya sabes como soy, siempre intentando conocer a las personas, más aún cuando se trata de personas peculiares, como lo era este muchacho. – Llevó su cigarrillo a la boca y aspiró una profunda bocanada de humo, se detuvo pensativo nuevamente blandiendo la luciérnaga frente a mis ojos. - ¿Te has dado cuenta como quien ejecutaba su guitarra el músico de hace un momento, cual era su estilo? – Me pregunto.

No sin cierta vanidad, y jactándome de mis conocimientos de música respondí, sin abandonar mi expresión casi soberbia.

- Albert King –

- ¡Albert King! – Respondió Adrián dejando escapar una sonora carcajada al unísono que con su mano derecha golpeaba la mesa, sacudiendo el whisky en los vasos. – Así es, como Albert King – Repitió sin dejar de reír.

Esperé que su excitación se esfumara, con la plena seguridad de que el relato continuaría camino adelante. Dejé que Adrián riera, como quien abona el terreno de lo que vendrá. Bebió de una vez el contenido de su vaso, frunció la nariz al momento que el dorado liquido atravesaba su garganta y continuó.

- Una tarde llegué a la casa que el joven compartía con otros amigos, también músicos presumo, y observé algo muy curioso. La puerta de la casa se encontraba abierta de par en par, y dentro de ella mi inmensamente extraño profesor, con el torso desnudo y una barba de tres días, luchaba con un televisor lo suficientemente grande como para causar problemas a quien intente cargarlo, me detuve en el umbral de la puerta mirando aquella escena e intentando comprender que demonios intentaba hacer aquel cristiano, cuando finalmente comprendí que estaba poniendo el televisor al revés, patas arriba como dicen algunos, sobre la mesa. – Aspiró la última bocanada y apagó el cigarrillo en el cenicero metálico, exhaló una nube espesa de humo y prosiguió. – Cuando colocó finalmente el televisor la posición deseada, se apoyó sobre la mesa lanzando sonoros resoplidos y cubierto de sudor, el trabajo lo había dejado exhausto, fue entonces cuando reparó en mi presencia, y sin dejar su cómoda posición, hizo un ademán con la cabeza indicándome que entrara. Así lo hice, y me senté en el sillón como siempre, pero sin dejar de prestar atención en lo que el muchacho hacía... comenzó a conectar no sin cierta dificultad una video casetera, y cuando terminó, introdujo un video en muy mal estado en la misma. El televisor reprodujo obediente las imágenes, las cuales, a menos que sepas mantenerte parado sobre manos, no entenderías en absoluto puesto que estaban dadas vueltas, completamente al revés, y al cabo de algunos segundos pude darme cuenta que se trataba de un recital de Albert King, ahí estaba, soberbio sobre el escenario con su clásica Gibson reposando sobre sus manos, y atrapando notas en el aire con su mano izquierda. Ya sabes que era zurdo para tocar, como Hendrix, pero con la diferencia de que Albert no cambiaba el orden de las cuerdas, simplemente se limitaba a tocar con una guitarra pensada para diestros, tomándola de manera inversa, es así que las notas convencionales, las hacía de una manera para nada familiar para el músico diestro. El joven trajo su guitarra y se posó frente a la pantalla del televisor, y tras algo así como quince minutos, que para mí pasaron como si de segundos se tratara, se levantó hecho una furia, insultando al aire y apagando el televisor con tanta brusquedad que este casi cae de la pequeña mesa de madera.

Adrián ya no pudo contener la risa e hizo sonar en el lugar la tercera carcajada de la noche, esta vez no pude evitarlo y algunas pequeñas risotadas también se escaparon entre mis labios, que mordía con inclemencia para evitar reírme con todas mis fuerzas.

- Se acerco a mí agitando los brazos en el aire, y gritando que lo que Albert King hacía no era natural, que no era posible que todo lo que un guitarrista convencionalmente hacía con su instrumento, él lo realizara exactamente al revés, ¿Comprendes? Cualquiera que conozca a Albert King, sabe que no sólo tocaba con las cuerdas invertidas, sino que estiraba las cuerdas hacia abajo. – Comenzó a reír sonoramente una vez más - ¿Te das cuenta? ¡No se trataba sino de una suerte de desilusión amorosa musical! ¡Había dado vuelta el televisor no solo para mejor comprender la técnica de Albert King, sino para robarle las notas, y ante la impotencia de no poder hacerlo, comenzó a despotricar contra aquel genio de la música como si del culpable de todos sus males se tratara!.

Esta vez dejé escapar mis risas a todo vapor, uniéndolas con las de mi amigo en un coro hilarante que una vez más llamó la atención de la gente del lugar. Era fantástico creerse solos, era algo que nos pasaba a menudo, y de lo que no caíamos en cuenta sino hasta reparar en las miradas hostiles de nuestros vecinos de mesa.

- El joven que tocó su guitarra hace unos momentos- Dijo Adrián señalando con su índice el escenario ahora vacío. – Tocó con esplendor, lo hizo, salvando las diferencias, como lo hubiera hecho Albert King, y estoy seguro que no tuvo necesidad de dar vuelta el televisor. – Dijo dejando de lado cualquier comicidad y tomando un semblante serio e inquietante – Lo que Albert King hacía, se llamaba genialidad. Nada de eso es “antinatural” pero como vos sabrás con certeza mi querido amigo, es una constante en las personas escandalizarse de aquello que no comprenden, de lo que la naturaleza otorga a ciertos privilegiados como un don, para ser apreciado como tal y que sin embargo es pisoteado por aquellos imbéciles que no tienen la suficiente capacidad neuronal par interpretarlo. A lo largo de la historia, en diferentes ordenes claro está, podemos ver estas escenas repetidas. Ahora, movilizada por la desilusión de un joven músico que por no poder ejecutar lo que no está a su alcance, despotrica contra ello.-

Un silencio se adueño de nuestro diálogo durante algunos segundos. Finalmente pregunté. – Sin embargo, aquel muchacho adoraba a Albert King. ¿No es así? –

- Tanto peor – Repuso con firmeza Adrián. – Eso entonces, mi querido amigo, es para mí el repugnante de los siete pecados. Y envidia es su nombre. -

lunes, 26 de mayo de 2008

El hombre del látigo

No hay que ser la reencarnación de Orson Welles para percatarse que el principal interés de las súperproductoras es abarrotar sus nutridas arcas. Y es por eso que uno desconfía de las superproducciones. Es así. Los millones de dólares que se vuelcan en la realización de una película son directamente proporcionales al escepticismo del espectador medianamente ilustrado en materia cinematográfica.

Sin embargo, cuando dos íconos como Steven Spielberg y George Lucas deciden, tras 19 años, sacar de un rincón olvidado de su baúl de ideas a uno de sus personajes más exitosos para insertarlo nuevamente en una vorágine narrativa plagada de peligros y aventuras apasionantes, ese recelo es rápidamente sepultado por la expectativa.

Y es que eso es exactamente lo que generó Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull) cuarta entrega de las aventuras del arqueólogo que durante la década del 80, salvó al mundo en más de una oportunidad gracias a su peculiar talento para salir vivo de las situaciones más extremas, en los lugares más inhóspitos.

Realizada procurando respetar ciertos paradigmas de la vieja escuela, Spielberg no recurrió para su producción a artimañas digitales sino que siguió los caminos que conformaron las tres partes anteriores de la saga.

El resultado fue acción a raudales, a un ritmo vertiginoso que siempre es bienvenido en un film de acción y aventuras. Ninguna exageración es mal vista en estos casos, el personaje puede bien salir ileso de una explosión nuclear como hallar un tesoro arqueológico oculto durante centurias basándose en pistas encontradas por casualidad tras una pelea de proporciones inauditas contra salvajes miembros de la KGB. El espectador abandonó su derecho a cuestionar probabilidades, en el mismo instante que decidió comprar una entrada para ver una película del viejo Indiana.

El reparto sale bien parado tras los 123 minutos que propone la cinta. Cate Blanchett continúa demostrando una versatilidad admirable, que la hace caer de pie en cada una de sus interpretaciones. La australiana da vida a la villana de turno siguiendo al pie de la letra el manual de “individuo maligno comunista anti-norteamericano” que exige el universo Hollywood.

Y si de actores debemos hablar, lo de Harrison Ford es loable. El tabú que indicaba que ya se encontraba demasiado viejo para encarnar nuevamente al audaz arqueólogo fue rápidamente erradicado por una actuación destacable, que confirma el hecho que más allá de haber estado en el papel indicado en el momento preciso (como para interpretar a Han Solo en “Star Wars”, Richard Kimble en “El Fugitivo” y, por supuesto, Indiana Jones) es un actor cuyos dotes han creado un molde indispensable para crear un héroe de acción.

Spielberg entrega una película que cumple con creces su principal propósito, el de entretener. La acción se sucede incesante a través de un guión sin fisuras que dan forma a una película que dignifica al icónico personaje y demuestra que las apuestas altas, no siempre son infructuosas.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Superhéroe hecho a medida

Las dos editoras de comics más importantes de los Estados Unidos, se embarcaron hace ya algunos años en una cruzada para llevar a la pantalla grande a sus personajes más representativos. Casi como en un juego de chicos, la apuesta comenzó a redoblarse entre ambas partes, y lo que comenzó con proyectos para reflejar las historias de los personajes más conocidos, terminó en una cadena interminable de películas protagonizadas por personajes cuyo conocimiento popular es nimio, o era.

Ese es el caso de Iron Man. Para el universo Marvel el alter ego de Tony Stark es definitivamente un héroe icónico. Sin embargo, no goza del conocimiento masivo que poseen personajes como Spider Man, Superman o Batman, encuadrándose dentro de un grupo de superhéroes ignotos, cuya aparición en el cine, era años atrás una quimera. Pero claro, la buena acogida que tuvieron películas como Los 4 Fantásticos, Punisher o Daredevil, sumado a la reciente incursión cinematográfica que emprendió el eterno competidor, la DC Comics, hacen que la Marvel vomite al mercado versiones y reversiones de todos y cada uno de sus personajes, de manera fordiana y sistemática. Los resultados están a la vista, y bodrios destacables de nuestros superhéroes favoritos pueden conseguirse hoy en DVD.

No obstante, entre tanta vorágine productiva, cada tanto uno encuentra un largometraje digno del personaje al que se eligió como figura central. Iron Man es un ejemplo categórico. La película sobre el multimillonario/genio/alcohólico/filántropo que se enfunda en una armadura de alta tecnología para luchar del “lado bueno” transcurre deslizándose sin altibajos a lo largo de sus dos horas de duración.

Y es que la cinta muestra todo lo que uno fue a ver. Dos horas de acción y efectos especiales, con un guión que no pretenda otra cosa que narrar el origen del personaje de la forma más amena posible, logrando un balance que conforme tanto al espectador ocasional como al fanático fundamentalista.

La elección de Robert Downey Jr. Para interpretar a Tony Stark no puede haber sido más atinada. Sumado a la incuestionable capacidad del actor para llevar adelante a uno de los personajes más carismáticos de la industria de la historieta, está el parecido físico notable entre el hombre en carne y hueso y el que desde 1963 desanda aventuras en un mundo compuesto por viñetas.

Así, y casi sin pensarlo, el actor que fuese nominado al Oscar por encarnar con peculiar maestría a Charles Chaplin, da vida a "Iron Man: el hombre de hierro", una nueva película de superhéroes que sin embargo no es una más, y que deja abierto con su final una puerta gigantesca para la producción de nuevos largometrajes sobre personajes de la Marvel Comics. La propuesta, tentadora como nunca, se apoya en la película más correcta realizada para ese sello en los últimos años y quizás en todo su peregrinar por la pantalla grande.

jueves, 10 de abril de 2008

Harto

"Estoy sinceramente HARTO" es una frase que uso a menudo.
La respuesta pavloviana que recibo por parte de mi interlucutor es "¿de qué?"
Esa respuesta me tiene sinceramente HARTO.

lunes, 31 de marzo de 2008

YO contra el mundo

Escuché por ahí, por casualidad, el siguiente concepto: "No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual; somos seres espirituales teniendo una experiencia humana” (1). A simple vista este es sin dudas un concepto bellísimo capaz de deslumbrar a no pocos incautos. Sin embargo voy a permitirme cierto escepticismo, al preguntarme cuanto de espirituales (o de bondadosos, puros y luminosos, si es eso lo que se intenta transmitir) tenemos los seres humanos.

Para no caer en el artilugio fácil de citar las incontables iniquidades cometidas por el ser humano a lo largo de la historia, -que a esta altura operan de manera pavloviana sobre una sensibilidad entrenada para reaccionar ante ciertas cuestiones eternamente incorrectas- quisiera prestar atención a los egos.

El motor que me impulsa a dar forma a estas a líneas, se enciende gracias al roce con ciertos personajes que todos podremos encontrar en los guiones de nuestra cotidianeidad. Basta salir de nuestras casas y establecer un contacto mínimo, casi tangencial, con nuestros pares, para así percatarnos de que al menos uno de ellos reúne las condiciones para conformar este grupo de creciente y aterrador desarrollo, que por mera comodidad y para diferenciarlo de los ególatras, llamaremos a partir de ahora “eguistas”.

El eguista se ha transformado casi en una tribu urbana, claro que en este caso, no basta con observar sus ropas para reconocerlos. Identificar a un eguista implica una inspección mucho más profunda. Será entonces necesario involucrarnos con ellos para descubrir dicha condición. Sus características no son para nada particulares, ya he dicho que es probable que todos ustedes tengan contacto diario con ellos sin haberlo advertido aún.

Un eguista es una persona que ha nacido bendecida por la gracia de cuanto Dios contemple esta existencia. Es probable que a los cinco años de edad haya leído e interpretado al Dante y a Víctor Hugo y se haya batido a duelo una docena de veces, saliendo victoriosa en cada ocasión. En su adolescencia, no ha necesitado aprender las nimiedades que supieron ofrecer sus maestros, demasiado preocupados por hallar saberes más sensatos y profundos. Comprenden la totalidad de las artes, y lanzan juicios de valor como dardos envenenados, convencidos de lo fútil de las opiniones ajenas. Comprenden a Coltrane y a Hendrix, e interpretan a Dalí o el Caravaggio con envidiable empatía. Cuestionan a Stephen King y canonizan a Shakespeare, con una seguridad anonadante, el pulso no tiembla claro, el gatillo es tan celoso que disparará casi con autonomía, soberano y sediento.

Desde luego, una semana más tarde estos apellidos podrían formar parte del mediocampo de la selección húngara de fútbol, y sería lo mismo... al fin y al cabo lo realmente importante no se encuentra ahí. Ellos saben donde se encuentra, pero es lógico, ellos lo saben todo. Y así siguen, de sabiduría hasta las orejas, y se marchan a sus casas a ver televisión. Su actividad intelectual favorita. Y Mañana seguirán opinando, claro. No necesitan aprender nada, con lo que saben es suficiente, y así lo afirman.

Un eguista no reconocerá su condición, conciente que la soberbia que le cala hasta los huesos no es una virtud y añorando hacerse de una humildad perdida en el génesis mismo de su raciocinio. Es la personificación misma de esa dualidad maniquea del Dr. Jekill y su alter ego, Mr. Hyde. La formula corre por sus venas y le permite cambiar a su otro yo maligno, o en este caso a la inversa... una paradoja deliciosa.

Yo contra el mundo. Nadie es mejor que yo. Nos hemos confundido, ya no se trata de levantar la autoestima, se trata de ponderarnos como verdaderos semidioses, incapaces de reconocer el talento o la virtud de nuestros pares. Orgullosos y envidiosos. Soberbios hasta el hastío. Se han invertido los valores, lo que otrora era humildad ha mutado en debilidad, y en este mundo no hay lugar para los débiles. Los fuertes dominan el mundo impulsados por una soberbia que ahora resulta ser inteligencia. Comemos gato por liebre, y felicitamos al chef.

Me resulta imposible encontrar razones que expliquen esta tendencia. Tal vez una sociedad cuya única propuesta da por resultado siempre una mediocridad virulenta, nos obligue a resguardarnos tras esa coraza, inconscientes de que el resultado tan sólo nos lleva por caminos cuyos horizontes son voraces precipicios.

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Nota: El título de esta reflexión deberá llevar el vocablo “yo” en mayúsculas, con las letras y colores más rimbombantes posibles, ¡siempre!

(1) La frase pertenece a Wayne W. Dyer

martes, 18 de marzo de 2008

Máscaras

Un mal poeta diría que esta vida es un gran teatro y nosotros, ilusos creyentes del libre albedrío, no somos sino actores llevando adelante un guión aciago al que nunca tuvimos acceso. Es ésta sin dudas una metáfora espantosa, hija de una cursilería extrema, esa misma que profesan aquellos que sostienen que toda afirmación expresada con convicción, es cierta.

Pero démosle a este proyecto de rapsoda una oportunidad, y creamos con fervor el concepto de la vida como una obra de teatro. Al fin y al cabo, nuestra incursión terrenal es un buen acontecimiento para vestir una máscara, y blandiendo este argumento la idea no sonará tan descabellada.


Transitamos nuestra vida casi deslizándonos, con pocas certezas y mucha incertidumbre. El telón se levanta y descubrimos así un drama shakespearano o un estrafalario vodevil, repletos de perífrasis y anacolutos. Todo parece indicar que el director de esta obra no quiere mostrarnos auténticos, y por eso nos pide la utilización de máscaras, ya no para mejor representar nuestro personaje sino para así esconder nuestra debilidad y suavizar nuestro costado más áspero; para engordar nuestras flaquezas y disimular cicatrices que considera pecaminosas.

Peculiar incongruencia. Las mismas máscaras que desde tiempos pretéritos sirvieron para representar figuras míticas, ocultando al actor para darle vida al personaje, hoy ven su función modificada, ocultando a quien no actúa por una necesidad irrefrenable del alma, sino de quien lo hace procurando aparentar, eso que mejor oculta una realidad que sabe nefasta.


Y es que el vértigo que nos produce el pensar en mostrar nuestros verdaderos rostros, parece insostenible. De esa manera contribuimos a conformar un entorno donde una mirada tan sólo es el lejano recuerdo de un fulgor que alguna vez nos entibio el alma, un alma que también ocultamos, aunque el público más lejano, aquel que observa desde la tertulia, nos pida verla. Su voz llegará como un murmullo ininteligible claro...

Y así la obra sigue camino adelante, y nosotros incapaces de correr el manto que esconde nuestra esencia, única y verdadera. Vivimos ocultos de situaciones baladíes, aún concientes de que la verdadera amenaza espera agazapada, con la tranquilidad de quien se sabe infalible.