martes, 20 de noviembre de 2012

Tiempo

El tiempo pasa rápido de acuerdo al lugar en el que decidamos pararnos. Es una cuestión de perspectiva. Decidimos esperar o no, a alguien o a algo. Yo a veces espero, generalmente por convicciones. Como una declaración de principios.
Pierdo el tiempo albergando la esperanza que cuando llegue el momento, la intensidad por vivir compensará todo el resto, que es aire, una anécdota, una abstracción.

Y es que la vida sin algunas personas es simplemente tiempo.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Divino tesoro

Un porcentaje bastante considerable de personas de mi generación considera que el voto a los 16 es inviable, aduciendo una supuesta falta de madurez de los jóvenes para votar a conciencia. Por propiedad transitiva, podríamos decir que quienes hemos superado la barrera de los 16 -ampliamente- estamos capacitados para sufragar. Sin embargo, no son pocas las personas con las que he conversado que consultados en torno a los motivos por los que eligió a un candidato durante unas elecciones me respondieron “porque votar a [inserte aquí un nombre a elección] no da”. Y es que la adultez supone madurez, según esta concepción algo reduccionista de quienes se oponen al voto juvenil. Entonces “no da” que los chicos voten.

Y el motivo creo que es uno solo: quienes crecimos con Menem como presidente somos en gran medida, abúlicos políticos. Sufrimos el desarraigo (y la poco recomendable comodidad) de no pertenecer a un ismo. Crecimos tibios, porque las políticas neoliberales nunca ofrecieron un espacio para los jóvenes. Por el contrario. Entonces, empíricamente para nosotros, los jóvenes actualmente tienen el mismo interés por la política que nosotros tuvimos a esa edad.

Estamos equivocados.

He conversado con adolescentes que conocen el entramado político actual en detalle y poseen un espíritu crítico que ni por asomo he visto cuando tenía 16 años. Jóvenes con argumentos sólidos que derrumban los endebles cuestionamientos de adultos y adultos/jóvenes que se niegan sistematicamente a comprender que los tiempos cambian, que el acceso a la información es otro y que la vida política en democracia, implica involucrarse, cuanto antes mejor.

La frase remanida que reza “los jóvenes son el futuro” tiene que dejar de ser mera retórica.